LA LIGA DE LOS OTROS | MONOS ASADOS
ARTISTA: La Liga de los Otros
WEB: Bandcamp
OBRA: Monos Asados
PLUS: CDr
FORMATO: Digital
SELLO: Carbonoproyecto
RELEASE: Febrero, 2018
PAÍS: Argentina

A confesión de partes, relevo de pruebas. Este es el término adecuado para describir justamente una situación como esta, este término es un axioma jurídico que significa que quien confiesa algo libera a la contraparte de tener que probarlo. El fútbol no es una disciplina que me apasione, como pasatiempo, ni como deporte y tampoco su folklore.

Cuando me comentaron sobre el disco de La Liga de los Otros, omitieron el dato fundamental sobre cómo fue compuesto y la razón de sus nombres.

César Martin es parte integral de La Liga de los Otros, con él conversamos sobre cómo se construyó este álbum y unos cuantos datos se asociaron a su relato.

Debo confesar que me gusta mucho el fútbol, asistir a la cancha para ver a Instituto de Córdoba, como lo hacía en mi Trenque Lauquen natal alentando a Monumental.
Tengo una gran admiración por aquellos jugadores que destellan con su talento maradoniano como también por los otros que con un juego menos lucido van arando la cancha cuando el “distinto” pierde la pelota.
De pibe jugaba en las divisiones inferiores de Monumental y en los potreros de barrio.
Siempre estoy siguiendo las cuestiones futbolísticas tanto en Argentina como en el mundo.
El nombre de “Monos asados”, está relacionado a uno de los primeros recuerdos que yo tengo de un Mundial de futbol, que fue el del año 1974 jugado en Alemania, donde lo hizo también la Selección Argentina, la “Naranja mecánica” de Holanda y entre los participantes también estaba Zaire (que es la actual República de Congo).
Y ocurrió un episodio muy curioso al llegar los jugadores de Zaire a Frankfurt, aeropuerto de Alemania.
Los operadores comenzaron con la requisa de las maletas de viaje y entre los balones y camisetas, entre toda la utilería de la Selección de Zaire, encontraron veinte monos asados, animales cocinados y listos para consumir.
Era un manjar para ellos, formaba parte de su cultura y los habían llevado sabiendo que en Europa no iban a encontrar un menú de esas características, y por otra parte tenían la creencia que el devorar esa carne les daría suerte para enfrentar cada partido, como si fuese un amuleto.
Esta situación “pintoresca” sorprendió súbitamente a los alemanes que tuvieron el buen tino de autorizar el ingreso del menú y allí se alojó la delegación de Zaire, con sus monos asados.

Primera confesión, no viví el Mundial 74′. Tampoco sabía de la cantidad de anécdotas que existen sobre ese mundial en Alemania. Pero si recuerdo una anécdota sobre Cabila y el Congo y otra que le gustaba contar a un profesor que tuve cuando estudiaba periodismo sobre el tráfico de niños en los países africanos. A éste sujeto, al que le gustaba pavonear su licenciatura en Historia, vive sus días repudiado por su participación en la propaganda afín a la última dictadura militar argentina (1976-1982).

Al rescatar ese juego mundial, recordé aquel episodio de los monos asados y fui buscando los nombres propios que pudieran retratar fielmente lo sucedido en ese año.
Cada pista lleva el nombre de un jugador de fútbol que tuvo un papel destacado o se involucró en algún hecho muy particular.
Para relacionar y construir el disco fui armando mis propias pistas, aquí en la ciudad de Córdoba, donde actualmente resido.
Y comencé la comunicación con Mario Ayala, con quien nos conocemos desde muy jóvenes, hemos tocado juntos por muchos años conformando el dúo “Viaje al Sueño” y por sugerencia de Mario fuimos ampliando el juego e invitamos a participar del proyecto a colegas y músicos que son amigos.
Fuimos incorporando otros conceptos y elementos donde se dio una comunión realmente muy buena, ellos fueron enriqueciendo el material entre envíos de archivos y charlas telefónicas, agregando elementos que fueron revalorizando el contenido del disco logrando un buen resultado.
Sus intervenciones se dieron a partir de tocar distintos instrumentos, introducir vocalizaciones y utilizar cintas de loops y distintos audios.
Creo que es un método que vale la pena seguir, manejándolo, expandiéndolo. Las redes permiten ese tipo de comunicación y es bueno aprovecharlo.
Confié en ellos por su carácter, su buen gusto y su forma de abordar el paisaje sonoro. Esa afinidad, la disposición y la confianza en el otro, ayudó mucho para que esto se concrete.

Segunda confesión, no conozco a ninguno de los jugadores mencionados, salvo Rene Houseman, el cual era bastante mencionado en mi casa, la cual alberga un espíritu efusivamente futbolero, gracias a mi padre, que es un conocido DT de la zona.

Particularmente lo que me inspira en las obras (más allá de abordar infinitas escuchas de distintos tipos de músicas y experiencias sonoras), lo que dispara normalmente mis obras, de ésta como de todas las demás, es casi siempre a partir de lecturas de distintos escritores que pueden ser reconocidos o no, lo cual no es lo importante, sino lo importante es que sus palabras disparan un imaginario.
En esta ocasión como se trataba de un recuerdo infantil, pensé en Juan José Saer escritor santafesino, quien define que la patria de uno es la infancia, es el lugar de nacimiento, es su entorno y el lenguaje entre tantos otros conceptos.
O esa otra imagen que desliza este mismo escritor, la cual es llegar a una fiesta cuando la fiesta ya está desarrollándose y uno llega de afuera, todos beben, ríen y conversan. Pero al dialogar con ellos interpretamos la banalidad de esas personas y preferimos el afuera de esa fiesta.
Ese afuera me retrotrajo a mi ámbito de infancia, el cual era plenamente rural, la dureza de una vida de trabajo de campo a una corta edad, donde veíamos a otros niños con su sola obligación escolar, y nosotros un montón de hermanos debimos recurrir a la imaginación permanente para conseguir esos momentos felices, y entre ellos lo era jugar al fútbol.
Quizás pude ser un payador, pero mi camino me llevo a otras experiencias sonoras y de esta forma la expreso.
No es un abordaje con un sentido nostálgico porque le quitaría valor, sino con una perspectiva abierta y no abstracta, que desde ese momento vamos conformando nuestra propia personalidad, un modo de ser a partir de vivir dichas experiencias.
Me instalé en ese lugar y ese fue el puente para llegar a la música.
También creo que tiene que ver con la situación muy particular que le toca vivir a cada uno, qué lugar ocupa en la sociedad, saber y reconocerse desde el lugar de trabajador como es mi caso, y militar la vida desde el lugar de la solidaridad, el compañerismo, la lucidez sobre el mundo y las personas que nos rodean y alcanzar el conocimiento para no ser pisoteado.
Así vivo y así encaro cada proyecto como Luiggi Mori, que es mi nombre artístico para sonar y soñar en solitario, como también en proyectos colectivos como el que ahora nos estamos refiriendo.

¿Cuál es la importancia del trabajo con material de registro ajeno (cintas, tapes, relatos, etc)?

Fue fantástico ese encuentro, de comprenderse con los amigos músicos y estar en la misma sintonía.
Lograr el plano musical buscado a partir de las ideas y las palabras.
Yo tenía un boceto, un esqueleto sónico que fue corporizándose con los aportes de Mario y sus guitarras, Gabriel con vocalizaciones y efectos, las cuerdas acolchadas de Néstor, la percusión sutil de Pomo y la mano de Fabián para intervenir el conjunto de la obra con sus cintas y matices.
Y es fundamental porque las canciones fueron tomando giros inesperados alcanzando un registro que diversifica el universo sonoro de la obra y al mismo tiempo que la fue enriqueciendo.

¿Cuál es la importancia del trabajo con paisaje sonoro?

“Siempre estoy entre dos corrientes del pensamiento: primero las dificultades materiales, dar vueltas y vueltas para ganarse la vida; en segundo lugar, el estudio del color.
Siempre estoy esperando descubrir algo aquí, expresar los sentimientos de dos amantes con el matrimonio de dos colores complementarios, su mezcla y su oposición, las misteriosas vibraciones de los tonos emparentados.
Expresar el pensamiento detrás de la frente por la irradiación de un tono brillante contra un fondo sombrío.
Expresar la esperanza con alguna estrella, la ansiedad de un alma con el resplandor del atardecer.”
Estas son palabras de Vincent Van Gogh y son rescatadas por Stephen Nachmanovitch, y es muy oportuno en señalarlas porque describe la interacción del artista y su entorno, y el modo de dar a conocer la idea que se persigue.
La sonoridad adquiere el papel de las palabras, se refugia en el ámbito ancestral del hombre, anterior al grito gutural y las canciones tribales, donde nos empuja el silbido del viento o nos alerta el quebrarse de una rama en el silencio del monte.

¿Qué te enseñó o que aprendiste con esta obra?

El aprendizaje adquirido podemos dividirlo en dos líneas paralelas, por un lado, la cuestión puramente técnica que nos impone un desafío del método y su eficiencia, donde comulgan el universo analógico y la síntesis digital. Amalgamar dos conceptos técnicos, ambos con el mismo grado de importancia sonora.
Y el otro aspecto igual de importante es realizar un trabajo colectivo, aportando ideas, sumando conceptos y sonidos, donde cada uno es la gota de lluvia que reposa en la hoja, pero luego cae al río. A partir de ahí todos somos el cauce, todos tenemos una dirección, y eso es necesario para cualquier actividad humana. No se es feliz en soledad, siempre es necesario compartir y rescatar el encuentro, promover la sociabilidad en el arte cuando el sistema te empuja al individualismo.